Incursión nocturna

Esa noche el cielo estaba libre de nubes, las estrellas y la luna lo iluminaban todo con su luz mortecina, haciendo posible andar entre los árboles sin tropezar con ninguna piedra que pudiera haber en el suelo. El frío viento ululaba entre las ramas, que habían sido despojadas de todas y cada una de sus hojas, y ahora estas se encontraban en el suelo, resquebrajándose al ser pisadas por mis "converse" negras.
Seguí avanzando intentando hacer el mínimo ruido, y con los cinco sentidos atentos, por si alguien me seguía, que pudiera escapar de manera efectiva. Por el momento estaba sola.
Me dirigía a una mansión, que estaba perdida en medio del espeso bosque, sin ningún camino que la comunicara con la ciudad. La vi a lo lejos, con las luces apagadas. La pintura de las paredes exteriores estaba levantada y descolorida, y al tejado le faltaban tejas. Pero no estaba abandonada, aunque solo estuviera habitada, a medias, de noche.
Seguí andando hasta que estuve ante el porche, donde una mecedora era carcomida por los bichos, y las hojas se acumulaban contra la pared y en los rincones. Subí la escalerita, me acerque a la pureta y la abrí con cuidado, esta chirrió y se resistió a ser abierta pero no consiguió detenerme.
Como las ventanas estaban muy sucias la tenue luz de la luna y las estrellas no podía entrar e iluminar el interior de la mansión, por eso dentro todo estaba muy oscuro, así que saqué la linterna de dentro de la pequeña mochila de tela gruesa y negra que colgaba de mi espalda. La encendí y me adentré a la casa por el pasillo, que daba a una gran sala llena de sofás de terciopelo rojo y polvoriento, estanterías repletas de libros antiguos y un hogar con cenizas grises en su interior.
Había una puerta al otro lado de la sala, me dirigí hacia esta con sigilo. Pero cuando me encontraba a tan solo un paso de la puerta, una mano me cogió por el cuello y me tiro al sofá más cercano. Me sentía confundida; la mano no me dejaba coger aire pero si que pude soltar un sonoro grito. No sirvió de nada, que chillara, ya que no había nadie a menos de tres kilómetros a la redonda.
El propietario de la mano parecía decidido a matarme de asfixia, pero, cuando creía que me iba a desfallecer por falta de oxigeno, la mano se relajó y yo aproveché ese momento para respirar bruscamente. Después me permití observar a mi agresor: tenia la piel de un pálido reluciente; el iris de los ojos de un azul muy claro, tanto que apenas se distinguía del blanco de los ojos, y sus pestañas eran largas; su nariz perfecta; tenia unos labios carnosos y sensuales; el pelo de color negro le llegaba por debajo de la mandíbula, un poco por encima de los hombros, que eran anchos y musculosos; iba vestido de negro, pero no supe distinguir de que pieza de ropa se trataba, ya que se me había caído la linterna al suelo, al lado de la puerta. El chico poseía un encanto taimado y magico.

-¿Quien eres? y ¿Que haces aquí?- de la boca de aquel chico de unos veinticuatro años salió una voz masculina y contundente, pero también aterciopelada.

-Solo he venido a hablar con quien habita esta mansión...- no podía más que susurrar ya que aun me faltaba el aire del miedo que tenia y porque su mano seguía en mi cuello.- Suelta mi cuello, por favor.

El hizo caso omiso de mi petición.

-¿Que quieres contarme?

-Primero suelta mi cuello, despues te cuento.

Soltó mi cuello a regañadientes, pero lo hizo. Se lo contaria todo sin pensarmelo dos veces pero esperé un poco, mientras me enderezaba en el sofá. Una vez bien sentada hice una señal al chico para que se sentara en el sofá de delante, porque hiba para largo.

-Haber, ¿por donde empezar?

-¿Por contestar mi primera pregunta?- Así que era de los que no les gustaba esperar.

-Deacuerdo, deacuerdo, don impaciente...- su rostro canvió de expreción, y de una de amenaza y curiasidad pasó a ser una de amenaza y advertencia. Así que continué hablando, esta vez, con mas respeto.- El caso es que yo solo soy una peon, alguien que no tiene ni voz ni boto, pero que le toca hacer el trabajo sucio y jugarse el pellejo. Si por mi fuera nunca habria entrado en este "juego", pero le debo favores y no solo favores a Él.

-¿Quien es Él?

-El gefe, el "mandamás", el que nos dirige a todos.

-¿Quienes soys "todos"?

-Los...- ¿Le devia decir nuestro nombre de grupo? De eso no me habian dicho nada...- Los eternos cazadores. Kaisa dit humnio finis, supra edla.

-¿Que?

-Nada de lo que hayas de comprender su significado.

Se quedo un rato callado antes de formular la siguiente pregunta, y yo aguardé pacientemente.

-¿Para que te ha enviado Él?
-Solicita tu ayuda.

***


Me dirigia al punto de encuentro; atravesando el bosque como en la ida a la mansión, pero esta vez con una respuesta.
Unas finas nuves cubrian el manto escuro repleto de estrellas y una gran luna llena.


Esas nuves impedian que la coca luz lunar llegara a iluminar minimamente el suelo, por eso iva dando traspies mientras buscaba a tientas la linterna dentro de mi mochila. Cuando me di cuenta de que no estaba me vino a la mente que se me había caido en la biblioteca de la mansión y que no me había acordado de recuperarla.
Ahora tendria que andar durante hora y media a oscuras, hasta que empezara a amanecer. Tambien habia la posibilidad de esperar las primeras luces del alba, para ver por donde andaba, pero Él me había dejado bien claro que era urgente y que una vez obtenida la respuesta me dirigiera hacia el punto de encuentro lo mas rapido que pudiera. Así que no me detuve, seguí abanzando a trompicones entre los altos arboles, con los brazos extendidos ante mí para ebitar darme de bruzes contra lo que pudiera haber delante.

***



Me acercaba al cementerio. Si forzaba la vista podia distinguir su silueta dentro del lujoso BMW, que estaba aparcado cerca de unos olmos que custodiaban a los muertos.
Abancé entre las sombras, escondiendome de los rayos rogizos de un amanecer mas prometedor que el anterior.
Él encendió y apagó repetidamente los faros del coche, solo entonces supe que me habia visto. Me erguí y dirigí hacia donde se encontraba, en seguida llegue al coche y entré por la puerta del copiloto.
La oscuridad nos envolvia y el silencio se apoderaba de todo. Me sentia incomoda sentada a su lado, Él era mi superior, un hombre temible al que era mejor no hacer enfadar, y yo solo una chica que lo había dejado todo atrás y que ahora estaba en medio de una guerra a la cual no pertenecia.

Por fin el silenció fue cortado por su aspera boz.
-Te conviene traerme buenas noticias, hoy nos han vuelto a atacar.

"Las cosas acabarán mal para mí, le diga lo que le diga." Me dige en mi fuero interno.

-Su respuesta ha sido sí, pero con una condición. - esperé durnte unos segundos que digera algo o que preguntara, en este corto periodo de tiempo se impacientó.
-¿Me la piensas decir o pretendes que la adibine?
-Emmm... a pedido... que si le ayuda, Usted le deverá un favor, y que sino accede a este pacto se aliará con vuestros adversarios.





TO BE CONTINUED...

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