26 octubre 2015

Correo a un viejo amigo

Hola,
hace mucho tiempo que no te escribía, supongo que el tiempo surte efecto y los recuerdos se desvanecen poco a poco...
Hacia tiempo que no miraba esta carpeta llena de correos que ya he olvidado en su mayor parte, siempre con la tentación de abrirla pero nunca sucumbiendo a ella, hasta hoy. No tengo la intención de leerlos y he llegado a la conclusión de que nunca volveré a escribirte. Este sera mi último correo.
Aunque me pese tengo la certeza de que, incluso dentro de muchos años, un fugaz pensamiento volverá a mi mente y un ligero peso se instalará en mi corazón al recordar el brusco fin sin despedida de nuestra amistad.

Solo quisiera agradecerte una ultima vez el apoyo que me brindaste en los malos momentos. Muchas gracias.

Adiós.


Tras mandar este correo con absoluta determinación, otro en respuesta llegó al instante. La sorpresa me embargó y la expectación disparó mi corazón. Temerosa abrí el correo para descubrir que lo único que me unía a mi entrañable amigo había desaparecido. Ya nunca recibiría noticias suyas, ni yo podría escribirle nunca más. Su dirección de correo había sido eliminada.

A pesar de los años que habían transcurrido desde la ultima vez que habíamos hablado, siempre tenia la certeza de que él estaba al otro lado de ese hilo intangible y ahora había desaparecido para siempre.
Un mar de sentimientos que no alcanzaba a comprender me invadió, robándome la calma de la que minutos antes disfrutaba. Sentimientos contenidos que no quería descifrar.

El olvido fue la única vía que contemplé, un olvido profundo y completo.
Y así dije adiós para siempre al amigo que había estado conmigo en el peor momento de mi vida.

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