20 enero 2016

The angels of darkness - 19

El tiempo seguía su curso natural a pesar de las extrañas mutaciones que sufría dentro de aquella habitación. En ocasiones las horas se hacían eternas y en otras los días volaban.
A menudo presenciaba el alba y el atardecer echada en la cama, con la mente en blanco, sin ser consciente de la situación en la que me encontraba. Otras veces me sumergía en el caótico mundo que conformaban mis pensamientos, sin llegar a comprender realmente ninguno de ellos pero sin ser capaz de dejarlos en paz.

Pero llegó un día en el que me planté, decidí que aunque me tuvieran cautiva, el tiempo, mi cuerpo y mi mente eran solo mios, nadie me podía quitar lo que yo hacía con ellos.

Empecé a entrenarme, todas las mañanas al despertar me tomaba el desayuno que me habían dejado durante mis horas de sueño y después realizaba una estricta rutina de ejercicios que había confeccionado mezclando un poco de todo lo que había hecho durante los años que pasé inscrita en el gimnasio del pueblo. El repertorio iba desde aerobic hasta varias artes marciales, no importaba la disciplina que siguiera mientras esta me ayudara a estar en forma.

A de más, con el paso del tiempo empecé a disfrutar de las exótica y lujosas comidas que me servían. En pocos días descubrí más sabores que en toda mi vida y aprendí a distinguir hasta los más leves matices de las más refinadas elaboraciones.

También comencé a cuidar mi cuerpo. Me daba largos y purificantes baños con aceites esenciales de flores hasta entonces desconocidas, me untaba y masajeaba cada centímetro de piel con cremas de texturas cremosas y perfumes delicados, y depilaba ociosamente mis piernas y axilas.
Todo eso lo hacía por amor propio, por el bienestar de mi autoestima, no por y para mi captor, eso era algo que había tenido claro desde que empecé a seguir esas rutinas.

Pero, a pesar de esa clara y férrea convicción, todos esos esmerados cuidados y mimos que jamás había gozado, hicieron que empezara a acomodarme a esa extraña situación. Me gustaba la inexistencia de preocupaciones, olvidarme de las muertes que había presenciado, centrarme en mi misma y dejar a un lado todo lo demás.

Cuando por fin encontré el equilibrio dentro de esa realidad desquiciante, fui llamada por el extraño hombre que me mantenía presa.





Espero que os guste :)
No estoy demasiado segura de la inspiración de esta noche... ¡pero allá va!

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