21 diciembre 2013

The angels of darkness - 7

La noche fue fría y mas oscura que de costumbre. El rocío y las brumas matinales lo humedecieron todo, incluso la ropa que llevaba, provocando que temblara y me castañearan los dientes incontroladamente.
Al despertar por los espasmos musculares, sentí los labios agrietados, ansiosos por un sorbo de agua, aunque fuesen unas gotitas, y en el lugar donde debía haber el estomago sentía un gran vacío, profundo y oscuro, que ansiaba alimentarse.

Había andado durante casi toda la noche, hasta que, al tropezar y caer de bruces contra el suelo, ya no tuve fuerzas suficientes para levantarme y seguir avanzando hacia la mas absoluta oscuridad.
Estaba terriblemente angustiada por no haber encontrado ningún lugar conocido, temía haber estado dando vueltas, sin conseguir nada más que un cansancio horrible.

Cuando el sol traspasó las desnudas ramas de los árboles y llego a mí, como un dulce milagro tras una noche de ruidos extraños y aire helador, al principio no pude más que seguir abrazándome las rodillas, en un vano intento por recuperar el calor corporal. Poco a poco el calor de esas intangibles hebras doradas llego a mi centro, pero sin conseguir descongelar mi maltrecho corazón.

Cuando por fin sentí las puntas de los dedos de las manos y se hubieron desentumecido los pies lo suficiente como para andar, me levante sin desperezarme, ya que a esas alturas era completamente consciente de todas y cada una de las magulladuras que me había hecho durante la larga travesía.
Los primeros pasos fueron peligrosamente inestables, pero a medida que iba entrando en calor fui asegurando mi andar, avanzando más rápido que el día anterior.

Con un poco de suerte antes del anochecer encontraría un camino que me llevase de nuevo a la civilización, pero con lo mal que me iba todo últimamente, lo único que creia que encontraría seria un sendero tortuoso que acabara en una vieja cabaña de cazador medio desvencijada por unos críos que, como mi grupo, se habían proclamado amos y señores de aquel rincón dejado de la mano de dios.

Pero no fue eso lo que encontré, sino un riachuelo. No media más de tres metros de ancho y se veía claramente el fondo, cubierto de agujas de los pinos de alrededor. Bebí la cristalina y fría agua ansiosamente hasta que me dolió la cabeza y se me entumecieron las manos.

Sabía que por las afueras del pueblo pasaba un río, bordeándolo completamente por el lado sur, no sabía si el riachuelo que yo había encontrado se uniría a ese mas adelante o si me alejaría aun mas de casa, no tenia ni idea. Creía recordar que la mansión se encontraba remontando el río que bordeaba el pueblo, así que, al fin, decidí seguir la corriente.

Y aunque no encontrase mi destino, siempre habría alguna población o río mayor que el riachuelo que seguía. Siempre encontraría algo que ampliase mis opciones.








Se que hoy no he resuelto nada y que esta es la pagina mas aburrida de todas... Pero espero que la próxima vez que escriba pueda salir del embrollo en el que me he metido yo solita. Tampoco es que hoy estuviera muy inspirada, así que pido disculpas.

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