06 marzo 2017

The angels of darkness - 22

Inspiré profundamente y sentí como si hubiese estado conteniendo la respiración.

Velkan, que había permanecido en una posición relajada todo ese tiempo, ahora parecía tenso. Se puso en pie con un movimiento ágil y andó hacia mi con paso decidido pero pausado. No apartó su mirada de la mía mientras avanzaba, ni siquiera cuando se plantó ante mi, rostro frente a rostro, con su nariz a escasos centímetros de la mía.
Sentía su aliento sobre mi rostro pero no retrocedí ni un paso, en parte porque no me sentía capaz de moverme sin que en un momento u otro me fallaran las piernas y por otro lado porque no quería parecer intimidada por su cercanía. Con él todo era un juego de estrategia, si vacilabas una vez, estabas perdido.

Tardó en hablar, lo que a mi me pareció una eternidad, pero cuando lo hizo me sorprendió su tono de voz. De repente sonaba brusco, enfadado, desprovisto de la caballerosidad que lo caracterizaba a pesar de que seguía hablándome de usted.

- Si no la necesitara, señorita Lacey, sería un buen conejillo de indias con el que experimentar. Y creame cuando le digo que no le gustaría participar en los experimentos que tengo en mente.

Esa afirmación, junto con lo que me transmitió su mirada, me turbó profundamente. Había algo aun más oscuro que su amenaza oculto detrás de cada palabra, algo que caló hondo en mi interior, algo que consiguió sacudir cada terminación nerviosa de mi cuerpo, provocando que mi visión se enturbiara por unos instantes y que un sudor frió me empapara la espalda. La garganta se me cerró, aunque hubiese querido no habría podido pronunciar palabra, pero tampoco me parecía sensato contestar a la clara amenaza que me había lanzado Velkan. No quería averiguar si tenia razón sobre mis gustos a la hora de realizar experimentos.

Aparté la mirada de la suya, fijándola en una estatua de mármol que había en la lejanía, intentando recuperar el control de mi mente enajenada y de mi corazón desbocado, que retumbaba en mis oídos.

Él acercó aun más su rostro al mio. Pegó su boca a mi oído y me susurró a pesar de que aun no era ni medio día:

- Buenas noches, querida.

Nada más oír aquello me invadió la sensación de caer al vacío y, mientras me hundía en la oscuridad, lo último que vi fue su mirada perturbadora.







¡Ya os lo dije que iba a publicar muy pronto!
Hoy tenia ganas de escribir y es que a de más, escuchando Apocalyptica, es difícil que no me venga la inspiración.
¡Aunque creo que escuchando su música la historia siempre se vuelve más dramática y oscura!

Bueno, espero que os guste.

Miles de mordisquitos  y....

Buenas noches.


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