21 junio 2015

The angels of darkness - 15

Una vez más, me despertaba con un golpe en la sien izquierda. Empezaba a estar harta de Lestat, nunca sabia interpretar su rostro o sus movimientos, siempre con su fría mascara y su imperturbable manera de actuar. Nunca me había fiado pero tampoco había tenido cuidado con él.

Ya había anochecido, al parecer había estado inconsciente unas cuantas horas. Con las luces del dormitorio encendidas todo estaba iluminado con una luz dorada parecida a la de las velas, resplandeciendo como si formara parte de un cuento de hadas.
Tumbada boca arriba en la gigantesca cama, vi algo negro en el techo, justo encima de mi cabeza. Mirándome fijamente, capturando cada uno de mis movimientos. Una cámara. Seguro que habían varias por toda la habitación, incluso en el baño. Por eso no había conseguido sorprender a Lestat, estaba esperando mi ataque porque había visto con todo lujo de detalles como me preparaba.

Lo que seguía sin entender era, como un chico de familia modesta, tenia un... ¿palacio? ¿mansión?... un lugar tan lujoso en el que encerrarme. Otra cosa que me daba vueltas en la cabeza era: cual era la razón de todo aquello. No tenia ni idea, no se me ocurría ningún motivo. Nunca había tenido problemas con él, ni siquiera nos decíamos más de tres palabras seguidas excepto cuando componíamos para el grupo y eso no contaba como conversación. No tenia motivos para secuestrarme y aun menos para dejarme inconsciente a base de porrazos.

Hasta que repasé todo lo que había sucedido desde la noche de mi secuestro, no me acordé de mi móvil. A la desesperada busque en los bolsillos de los pantalones y en los de la sudadera pero no encontré nada. Seguramente estaría tirado en el suelo del recibidor o de la cocina, sonando por las llamadas de mis amigos. Ellos se darían cuenta de que había desaparecido, solo podían darse cuenta ellos porque la única otra persona que se preocupaba por mí era mi hermano y con el apenas hablaba una vez al mes.

Como no creía que viniera nadie a hacerme una visita en plena noche, decidí que seria mejor descansar e intentar escapar al día siguiente. Pero me equivocaba, antes de que consiguiera dormirme del todo Lestat vino a por mí.
Me cogió por las muñecas, retorciéndolas a mi espalda, y me hizo avanzar por el pasillo. Intente memorizar todo lo que hubiera más allá de las puertas del dormitorio en el que me retenían, con la esperanza de poder usarlo cuando intentara escapar, pero al cabo de un rato desistí. El ancho pasillo no hacia más que dividirse en otros tantos pasillos que se retorcían creando un sin fin de esquinas y recovecos, formando una complejo laberinto del que nunca sería capaz de escapar.

Tras lo que me pareció una eternidad, llegamos a nuestro destino. Lestat, que había permanecido en completo silencio durante todo el trayecto, golpeó suaveente las grandes puestas de madera maciza, una voz de hombre nos invitó a pasar desde el otro lado y fui empujada dentro de la biblioteca con más libros de los que jamás sería capaz de leer, ni aunque viviera mil años. En el centro de la estancia había un gran escritorio, tras el se encontraba un hombre que imponía con su mera presencia.

- Señorita Lacey, por fin nos conocemos. Han sido muchos años de espera... Demasiados. Pero creo que merecerán la pena.





Espero que os guste.
Buenas noches y un buen mordisco.

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