18 junio 2015

The anges of darkness - 13

Esa noche era sosegada y silenciosa. A pesar de que estábamos en plena explosión de la primavera, al caer la noche todo ser vivo había enmudecido, incluso el viento se había detenido, dejando de ulular al colarse por las grietas de las ventanas la vieja casa familiar. Estaba sola, esa noche Bloody no había podido venir a hacerme compañía, y empezaba a estar realmente asustada.
Hacia dos meses que me había mudado de casa de mi hermano. Dos meses de terror y pesadillas continuas. Cualquier ruido, por leve que fuera, me hacia saltar como un resorte y las imágenes de lo que sucedió me perseguían día y noche. No me sentía a salvo en casa.

Por suerte tenia las mañanas ocupadas por mi nuevo trabajo a tiempo parcial, pero eso solo llenaba un tercio de mi día y dejaba los otros dos, que eran los que peor llevaba, libres y solitarios. Desde que había vuelto a casa pasaba las tardes y, si era posible, las noches con Bloody y Demon, ya que ahora eran oficialmente una pareja feliz. Practicamente vivían conmigo.
A ellos les iba genial, tenían un lugar donde estar solos sin peligro de que aparecieran por sorpresa unos padres cabreados. Y a mi... bueno, a pesar de que había tenido algo con Demon no me importaba verlo por casa achuchando y besuqueando a otra, incluso si la otra era mi mejor amiga.
De hecho les había propuesto que vivieran aquí de manera permanente y rechazaron mi propuesta de un modo muy... conciso.

- ¿¡Estas de coña!? No puedo creer que nos estés pidiendo venir al culo del mundo... En verano tal vez... pero solo por el jardín y esa piscina que montas todos los años. - dijo Bloody.
- ¿Te crees que me dejarían irme así sin mas y encima pidiéndoles que pagaran mis caprichos? - aclaró Demon.

Viendo esas reacciones no me extrañaba que se hubiera dividido el grupo. Lestat había sido el primero en dejarnos, ni siquiera me saludaba cuando lo veía por el pueblo. Y como los otros dos componentes del grupo estaban hechos unos tortolitos... estaban tan unidos que incluso habían dejado de ir al club hematofágico y ahora solo tomaban sangre el uno del otro.
Yo también había dejado el club, aunque por razones bien distintas. Desde el asesinato de mi madre no soportaba ver sangre, incluso olerla me ponía enferma, me entraban unos sudores fríos, la garganta se me cerraba y me quedaba paralizada en el sitio. Cuando iba al mercado evitaba pasar por la carnicería y no comía carne a menos que los chicos me trajeran carne ya cocinada de sus casas.
Se podría decir que estaba un poco traumatizada.

Sentada en la mesa de la cocina le daba vueltas a que podía hacer para cenar, cuando oí un ruido en el jardín. Me eché al suelo, aguantando la respiración para evitar hacer cualquier ruido hasta que volví a oír otro ruido más fuerte y más cerca de la puerta trasera. Me quedé paralizada, temiendo que alguien entrara a pesar de estar segura de que todos los pestillos de la puerta, incluso los que había añadido recientemente, estaban echados. Y mientras intentaba calmarme alguien empezó a forzar la entrada, se oían golpes y gruñidos, el pomo de la puerta se sacudía violentamente. No podía la pareja de enamorados, pues sabían que lo cerraba todo a cal y canto, y siempre me llamaban al móvil para que les abriera.
¡El móvil! Con manos temblorosas lo cogí, teclee el numero de Bloody, deje que sonara hasta que saltó el buzón. Llamé a Demon pero tenia el móvil apagado. ¿Que podía hacer? ¿A quien podía acudir?
De repente el forcejeo paró y el silencio volvió a reinar. Por más que intentaba afinar el oído no distinguía ningún ruido que delatara la posición del asaltante, hasta que estalló una ventana del salón. Aunque intenté retenerlo un grito escapó entre mis apretados dedos y quien fuese que quería entrar obtuvo mi ubicación rápidamente. Oí los pasos acercándose cada vez más a pesar de que yo avanzaba a gatas hacia la dirección opuesta. El ritmo de lo pesados pasos, me marcaba el tempo a seguir. Cada vez más apresurado. Giré una esquina, me levante y eché a correr hacia la puerta de la entrada principal. Con los nervios atacados busqué las llaves en todos y cada uno de los bolsillos, pero no estaban. No las localicé hasta que el atacante les dio una patada sin querer, el tintineo de las llaves hizo que me girara abruptamente y vi en el suelo la luz parpadeante de mi llavero favorito.
No podía distinguir el asaltador de las sombras. Mis ojos se movían frenéticamente en busca de un movimiento, un rasgo característico, una pista de hacia donde tenia que ir para tener una remota oportunidad de escapar.

Pero solo fueron capaces de ver una sobra abalanzarse sobre mí.







Cuanto tiempo sin escribir!! Uuuuff... Esta vez no tengo escusa, sencillamente no me acordaba del blog, ni me faltaba tiempo ni nada de nada.
Que mal... V_V '    Pido disculpas a los que habéis leído y querido seguir sin poder.
Ahora que empieza el verano prometo escribir más :D

Muchos mordiscos!!!

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